Creo que he llegado a un punto en el cual ya no distingo realidad de ficción. La vida ha empezado a girar y girar, y en este momento no distingo la realidad de lo que no lo es. Vivir o morir, reír o llorar. ¡Qué más da, todo es igual!
Podré huir, podré intentar escapar; pero que importa si al final todo acaba en el mismo punto. Puede que lo intente o puede que no, pero nada de lo que haga cambiará el final. Ése, siempre es el mismo. Un punto donde no sabes que hacer, vuelves a sentirte vacía, completamente vacía.